La forma en que te comunicas debe reflejar quién eres. El lenguaje limpio es la evidencia de una mente brillante y sana. Tus palabras se deben usar para elogiar, animar y edificar a los demás.
Elige amistades que usen un buen lenguaje y ayuda a los demás a mejorarlo por medio de tu ejemplo. Ten la disposición de alejarte o de cambiar de tema con cortesía cuando los que te rodeen utilicen un lenguaje inapropiado.
Sé amable y positivo(a) al hablar de los demás. Elige no insultar ni degradar a otras personas, ni siquiera en broma. Evita el acoso, el chisme y hablar con enojo. Si te sientes tentado(a) a decir cosas duras o hirientes, no digas nada.
No utilices lenguaje ni gestos profanos, vulgares o groseros, no cuentes chistes ni historias sobre actos inmorales.
Recuerda que estas normas del uso del lenguaje se aplican a todas las formas de comunicación, incluso en los mensajes de texto en un teléfono celular o al comunicarte por internet. Si has adquirido el hábito de usar un lenguaje que no está de acuerdo con esas normas, tal como decir malas palabras, hacer burla, contar chismes o hablar con enojo a los demás, puedes cambiar. Pide a tu familia y a tus amigos que te apoyen en tu deseo de utilizar un buen lenguaje.
Pregunta: “¿Qué dicen de mí las palabras que digo?”