La música tiene una profunda influencia en tu mente y en tu comportamiento. Puede enriquecer tu vida, ser una fuente de inspiración y acercarte a muchas cosas buenas.
Elige con cuidado la música que escuches. Presta atención a lo que sientas cuando estés escuchando. Cierta música puede tener mensajes negativos y destructivos. No escuches música que fomente la inmoralidad o ensalce la violencia, ya sea por medio de su letra, su ritmo o intensidad. No escuches música que utilice lenguaje grosero u ofensivo ni que promueva prácticas perversas. Esa clase de música puede reducir tu sensibilidad a las cosas buenas.
Al escuchar música, sé amable con los que te rodeen; mantenla a un volumen razonable y quítate los auriculares cuando otras personas se dirijan a ti o deseen que seas parte de sus actividades.
El baile puede ser divertido y puede darte la oportunidad de conocer a otras personas; sin embargo, también puede ser inapropiado. Al bailar, evita posturas, contacto o movimientos que insinúen un comportamiento sexual o violento o que sea inapropiado de alguna otra forma.
Asiste solo a los bailes en los que la manera de vestir, el arreglo personal, la iluminación, la letra de las canciones, la música y la diversión contribuyan a crear un ambiente sano en el que puedas disfrutar sin comprometer tus normas.
Pregunta: “¿La música que escucho me ayuda a tener un lenguaje, un comportamiento y pensamientos sanos?”